La Viña del Señor

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domingo, enero 14, 2007

Baguetín informativo del Señor o vete a sacar los mocos, felón!


La capacidad de determinados individuos de convertir los vicios y las malas mañas en virtudes es una cosa del pasado. En la adolescencia, aquellos personajes eran los retóricos encargados de poner sabios y certeros apelativos a los compañeros con facciones exageradas o formas particulares de locución, sobrenombres que con seguridad arrastran aun hoy día. En efecto, el Apodador tenía un don y una elocuencia que lo distinguían de los demás. Poseía en su repertorio más groserías que nadie y su soez y descomedido comportamiento era digno de truhanes y bellacos de tierras lejanas. Su cuerpo parecía además dotado de turbinas con las que resoplaba a voluntad, casi entonando fétidas baladas y guturales corales. Pero ahora, las virtudes de aquel ínclito hacedor de tubas y vientos son tildadas de monstruosidades y él, nada menos que un dipsómano patológico entre otras tantas manías, a veces, convertidas en miedos.
Es así como lo que antes era considerado una virtud, ahora es clínicamente signo de:
· Meteorismo: Si bien en la adolescencia nuestro héroe tenía la capacidad de manipular el esfínter a voluntad y hacer de estas circunstancias normalmente incómodas una publicidad alegre y resonante, ahora en la adultez sufre el pobre hombre de lo que también se conoce como neumatosis. El arte de sublimar los sólidos en gases se convierte así en una enfermedad de graves consecuencias sociales. En términos más coloquiales: flatulencia.
Según confiables fuentes de Internet, “se denomina meteorismo, flatulencia o flato a la mezcla de gases que se expulsa por el ano con un sonido y olor característicos. Esta mezcla está producida por bacterias y levaduras simbióticas que viven en el tracto gastrointestinal de los mamíferos y de partículas aerosolizadas de sus excrementos. Una vez expelida del organismo, la ventosidad recibe el nombre de pedo, y la acción que produce su expulsión, tirarse (o echarse). Cuando los pedos se expulsan de forma repetida (pedorreo), debe usarse el verbo pedorrear; y es un pedorro, pedorrero o pedorriento (esta última más empleada en México) quien se pee sin reparo o muy frecuentemente. Pedo es también sinónimo coloquial de borrachera o de fiesta (en España y varios países de Latinoamérica). Es frecuente que en el habla coloquial, se suprima la letra "d" a la palabra pedo. Por otro lado, se emplea cuesco (voz onomatopéyica) para hacer referencia a un pedo ruidoso.
Existen, según las regiones geográficas, diferenciaciones y sinónimos de este término. En la zona mediterránea catalanohablante se diferencian los petorros (pedos ruidosos pero inodoros), de las bufas (pedos insonoros y de larga duración) y las perfas (pedos ruidosos y de olor desagradable y duradero), entre otros. En las Islas Canarias se denomina bufo o gufo, al pedo que no produce emisión sonora, pero sí efectos de fetidez notables (en México es equivalente al "pedo cebado")”.

· Coprolalia o coprolalomanía: El ilustre protagonista de esta poco notable historia ha convertido con el devenir de los años su lenguaje soez en muletilla. Al parecer, la coprolalia va más allá del decir groserías en cada frase. De hecho la patología no es decir las groserías sino escrutarlas fuera de contexto. De modo que decir huevón al final de cada enunciado o referirse de marica a absolutamente todo el mundo no es un vicio que vaya más allá del uso corriente de hablar, así como tampoco lo es el maldecir. Pero estar en una comida familiar y comenzar de repente a soltar todo tipo de sandeces sin nombre es algo que se debe revisar. Finalmente es un tic, nada más que un tic.

· Mucofagia: Tal vez el vicio más notable y evidente de todos. Su principio radica en la necesidad aberrante y constante de hurgarse la nariz. Todo comienza en la soledad: en el semáforo, viendo televisión...en fin, por ahí. Pero cuando la necesidad se hace apremiante, el pudor amaina y se recurre a todo tipo de estrategias militares para hacer de tan noble acto una oportunidad candorosa y poco perceptible. Como estrategia sin embargo resulta en lo que es la mucofagia ya como tal, a saber comerse el producto de lo recolectado. Como dice el viejo y conocido refrán: Cuando el hambre aprieta la vergüenza afloja. Este sublime quehacer puede derivar por su parte de lo que también se conoce como citomanía.

· Citomanía: El deseo anormal por alimentarse puede llevar sin duda alguna a comerse los mocos como última medida, pues la citomanía hace que el paciente sienta la necesidad de estar ingiriendo constantemente cualquier tipo de sólido, o en su defecto masticarlo o tenerlo en el buche. Es así como cada vez se desdibuja más la proeza de nuestro héroe y ahora se le ve por la calle hurgando impacientemente su nariz mientras mastica un lápiz y esbozando groserías entre los dientes. Penosa imagen para aquel que antaño hizo de Sánchez El Dolicocéfalo, para él que bautizó a Hernández como Danger, para quien llamó Pepi a García y para quien tatuó en Días el Oligofrénico.

· Gimnomanía: El Cid de estas hazañas en un vano intento por recuperar la popularidad perdida recurre a la sana y siempre anacoluta gimnomasia, es decir, la compulsión traumática a la desnudez. Tal vez producto de la dipsomanía (necesidad extravagante de ingerir bebidas alcohólicas) tal vez producto del onanismo, no se sabe. Como fuere la gimnomanía se convierte al final en el peor de todos los vicios. A lo que lleva el remordimiento, a lo que lleva la conciencia de haber perdido las virtudes, a lo que lleva la ingestión de tantos mocos......

· Ablutomanía: Obsesión crónica por bañarse........guácala!